En los confines del bosque encantado, los monjes escribían con sangre y fuego los secretos del alma...
Sus rituales, ocultos a los ojos del mundo, resonaban en los muros de piedra como ecos de otro tiempo.
Este pergamino guarda las palabras que no deben ser pronunciadas, los nombres que no deben ser recordados.
Y aún hoy, bajo la luna llena, se escucha el susurro de los antiguos pactos...
Los símbolos grabados en la piedra tiemblan ante la presencia de quien osa leerlos.
Que este pergamino sea leído solo por quienes han cruzado el umbral del conocimiento prohibido.